20/5/07

Y si Vallejo tiene razón?




Qué hace uno, qué más puede hacer, a quien se le encomienda. Nuestro Señor de Monserrate hace tiempo que mira para otro lado, y el Sangrado Corazón tiene tiempo de hacerse el sordo. La verdad es mentira, y la mentira también. Al cóndor lo extinguimos a punta de bala y el canal hace como ciento y pico de años no es nuestro. Las tetas de las reinas no son ciertas, y su castidad fue reconstruida por el mozo narco que se la quitó. El mono Jojoy no es el Che, Tirofijo ya no tiene puntería y los Héroes de Tolová son sicarios a los que sólo alimenta la idea de servirle bien al patrón, que a su vez les paga con trago y con putas, y que por eso son capaces de descuartizar. Acá la plata de muchos no se hizo con el sudor de sus frentes. O bueno, sí, con el de sus frentes de combate. La verdad es mentira, y la mentira también.
De manera caprichosa este pedazo de tierra se dio a la tarea de crear una nación, y del mero capricho nos salió este país de cafres. Ahora resulta que a la patria le colgaron el carriel del motañero y el machete del matarife, que por estos días se exhibe con tanto orgullo provinciano. El símbolo de la colonización antioqueña fue un árbol talado y un hacha encima, significado de la victoria a costa de cualquier cosa. No dejar ni pa’ semilla fue la consigna de los degolladores de los años cincuenta, llevando a la realidad tan exuberante símbolo terruñal. Parece que la cosa no ha terminado aún.
Patria, patriotas y patriotismo son palabras que aparecen en la prensa cada vez con mayor asiduidad. Con ello se refieren a ese 80% que pregona en las calles el ojo por ojo, y el “a mí qué”, y que se da cuchillo en medio de las borracheras y se mata por cualquier cosa; que carga una varilla debajo del asiento del chofer, por si toca, y que si puede sonsaca, y si se la pillan se arrepiente hasta la humillación. Ese 80% que vive su vida esperando el "puestico" que ofreció el Doctor, y que se arrastra por esta vida mendigando el presente, porque del pasado ha olvidado todo, y del futuro no espera nada. Que si ha tenido suerte, mira a sus vecinos por encima del hombro, les echa el carro, les restriega su miseria. Ese 80% que pierde la razón con las novelas y con el “rentado nacional”, y al que lo más cierto que se le muestra es un “reality” de una isla de famosos. Ese 80% que borregamente paga sus impuestos, pero que mendiga sus derechos. Ese 80% que delira en las celebraciones hasta el crimen, y que aplaude el engaño, la “viveza” y la “malicia”. Que festeja cuando lo mandan, y para el que hablar duro es sinónimo de valor y valentía. Ese 80% que justifica la b(v)erraquera del colombiano, que anda armado de improperios y toma aguardiente hasta la fatiga; al que se le inflama el corazón cuando canta “muchachas, música y trago…. Ay, que orgulloso me siento de ser un buen colombiano”, y que termina abrazo a un poste de la luz, vomitando, mientras masculla su infelicidad y su desgracia, ebrio de nada, borracho porque sí. Esa es la patria que se lanza cual jauría rabiosa sobre aquellos a los que el dedo inquisidor señala, mientras azuza la faena. 80% de unanimidad es mayoría, y el pez gordo se come al chico. No dejar ni pa' semilla, rezaba la consigna.
Ahora toca tener la boca cerrada, por aquello de que “en boca cerrada…”. Esa ha sido la ley. Ese es nuestro único y verdadero principio constitucional. Para la muestra los muertos que bajaban por el río Cauca, por el Río Magdalena. Para la muestra tanta fosa, tal vez lo único común que tenemos los colombianos. Quizás es eso. La única tierra que compartiremos, el único final posible, lo comunes que se nos volvieron.
Tal vez Vallejo tenga razón. Quién quiere vivir acá. Un país de cafres, donde el más cafre se hace rey.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A vallejito no le falta razón, pero hay que esperar a que el exiliado se entregue al pataleo para preguntar ¿Qué país es este? Entonces vamos a patalear de lo lindo para abrir las entendederas...¿qué tal?

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