14/5/11

Ars utinam...(reloaded & corrigenda)

-No puedes andar así por la vida...tú te crees dios.
-Tenía que basarme en un modelo anterior.
W. Allen (Manhattan)
La ignorancia de unos versos latinos, del perfil en un retablo y su pintor, así como del lugar que guarda el cuadro. Todo esto en la contraportada vacía de un libro que ahora reaparece desde su error. A veces la traición de la memoria o la desidia se cobran el fruto de una conciencia tardía, agradecida por la recuperación de un recurso supuesto, desafortunado en ausencia. Esto le sucedió a unos libros que sufrieron el olvido de Marcial y la negligente memoria de su fantasma en los epigramas de Ben Johnson. En ellos se confiesa una gran falta de oficio en la adoración a los dignatarios o se recrea en sinopsis -con menus incluidos- las cenas y los diálogos que las degustaron.
Sin embargo, quedó el final de ese otro epigrama tal como aparece en el "cartellino" del retrato de Ghirlandaio. En este tipo de retratos la pintura del Renacimiento creyó representar al cochero del alma, aquel que intenta gobernar a dos caballos alados que tiran cada uno por su lado. Sirva este mea culpa de oportunidad para atribuir a estos versos los modos del epigrama (ver: escribir encima). Composiciones que pueden sugerir con los ingredientes de una merienda el espíritu de aquel ser admirado durante la coartada socarrona del amor gozado y masticado. Nada hay escrito sobre el aire, toda palabra es etiqueta, emblema, placa de calle en los objetos o situaciones, y en la seudoexistencia digital que absorbe nuestros sentidos: más que aforístico el twitter resulta epigramático...

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