9/8/09

No country for Garzones



"Qué orgullo patrio sentí al ver la revista esta Semana, que trae en la tapa al civilista gobernador de Antioquia, doctor Álvaro Uribe Vélez. Un hombre de mano firme y pulso armado. Líder que impulsa, con su aplomado cooperativismo, pacíficas autodefensas que él, iluminado por los soles de Faruk, llamó Convivir (…) Álvaro vislumbra todo un país convertido en zona de orden público, como una sola Convivir donde la gente de bien pueda disfrutar en paz de la renta. ".
Godofredo Cínico Caspa


Después de 10 años de su asesinato viajan por la red las escenas en las que Garzón, vistiendo la piel de sus personajes, mamaba gallo con el entonces presente -futurible- de nuestro entrañable paisito. Aquellos monólogos resultaron predictivos. Los gags de una cruda visión profética en la que un guachimán, un tinterillo o un lustrabotas se burlaban de la realidad que nos caería encima años después. Ahora aquella excedencia de realidad es el “burletero” espíritu de la nación y a casi todos se nos fue la risa.
La transformación de la bufonada en profecía resulta obvia si leemos de otro modo los chistes de Garzón. Podemos sustituir el nombre “Uribe cree…piensa…ve” por “El 84% de los ciudadanos, incluido Uribe, creen…piensan…ven”. Ni el más cruel de los cinismos hubiera imaginado que las burladas opiniones de un gobernador de provincias serían después la voz de la voluntad popular, el aglutinante de toda una sociedad. Creo que no sobra preguntar qué pasaría si Garzón viviera ¿sus mamaderas de gallo serían tan graciosas? Hace diez años ya no lo eran, aunque todos reían con entusiasmo.
La clave para comprender cómo las tres ideas de un político cualquiera se transforman en la ideología que pastorea a las mayorías electorales está en la presunta “conexión directa”, o el dialogo telepático, entre la voluntad popular y los políticos. El supuesto democrático dice que los electores delegan el mandato en un representante para que este obedezca el interés de los votantes, sin embargo un buen día los intereses personales del representante entran en conflicto con los propósitos de los electores. Para resolverlo el representante intenta convencer y “hacer creer” a los electores que no hay tal conflicto de intereses. El representante subvierte la mentalidad de sus electores dirigiéndose a ellos como el pueblo, la patria…etc.; excluye a sus opositores del interés general con delicados insultos, apátrida por ejemplo; y enajena la voluntad de cada ciudadano con la formula “respeto la voluntad popular”, lo que se traduce en “todos respetarán mi voluntad”. Los electores, una vez identificados con la voluntad popular, se convierten en esclavos de su representante. La voluntad popular decidirá sobre cualquier cosa -v.g. la reelección ilimitada-, sus dictados serán ley y el intérprete de sus designios un autócrata soberano. En razón de los caprichos de la voluntad popular muchos países viven en un constante “ensayo civil” protagonizado por el transfuguismo de los negocios políticos.
A esta fuente de poder recurren por igual Uribe, Chávez, o los hermanos Castro, basta con detenerse en los motivos de sus innovaciones legislativas. Garzón quizá llegó a usurpar algo de esta “voluntad popular” con sus personajes desdentados y locuaces, o a lo mejor, quiso ocupar el puesto de uno de sus privilegiados intérpretes.
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