3/2/07

LA INVENCIÓN DEL AUTOR (III)


La vida rendida ante la obra adquiere el carisma del Autor. Los otros, lectores y recitadores siempre desbordados, exigen una representación, reclaman un personaje. Aquella imagen en el espejo que el Autor no resiste es el reflejo de gustos, viajes y romances. Adorador del personaje el pretendido autor inventa un reflejo antes que una obra. Después se ocupara de los libros, primero se preocupa de inventarse a sí mismo. Considera que su talento sacara del personaje una obra y un autor, no a la inversa.
El poeta ‘B’ -autor, en la sombra, de un misterio literario para el escritor ‘A’- se inventó primero como personaje. El esfuerzo creativo lo agotó de tal forma que no le alcanzó para rematar una obra. Sólo nos queda un personaje. El poeta ‘B’ inventor de sí mismo aparece junto a Borges, como un viajero más, en dos aburridas crónicas: “De cómo escribí un prólogo de Borges” y “Jorge Luis Borges: cinco poemas inéditos”. En la primera dice: “Habíamos llegado a Islandia…” y en la otra “La última vez que ví a (…) fue en New York…”.
El poeta vagamundos, personaje del poeta ‘B’, coincide con el Autor parodiado en dos lugares muy representativos de su biografía. En el primero de ellos le rinde culto al estilo de un bufón grimoso, muy lejos del viajero que ha visto el ancho mundo: “Me le acerqué, le dije que era colombiano, que le admiraba y leía desde niño”. En el segundo es testigo de un infrecuente ataque de inspiración: “De pronto vimos cómo María estaba escribiendo en un papel algo que Borges le dictaba y nos acercamos. María hizo señas para que no interrumpiéramos.”, luego en un taxi “Borges le dictó otro poema”. El Autor sufre iluminaciones repentinas en un parque de Manhattan y en un taxi, aliviado por la belleza de la comprensiva dactilógrafa. El poeta ‘B’ no se contiene y saca copias de los originales, ¡Ea! Tengo cinco poemas de Borges.
Unos años después, no se puede saber la fecha, el poeta ‘B’ hace algunos comentarios sobre el asunto “escribí la historia como en el año 86-87, a raíz de la muerte de Borges(…)cuando todo el mundo principió a sacar cosas que tenía guardadas de él”. El poeta ‘B’ no pudo ser menos que los demás y su personaje vagamundos asistió a dos inusuales eventos. El escritor ‘C’, que nos convida a ignorar los detalles del asunto por el bien de la ‘intelligentsia autóctona’, sostiene que “los poemas son de Borges aunque los haya escrito…” el poeta ‘B’ para que su personaje, a veces viajero otras bufón grimoso, contemplara incrédulo como los transcribía una guapa estudiante argentina en un taxi por el East-side.
El escritor ‘A’ dice al respecto un poco dubitativo: “Desde hace muchos años yo tenía la feroz sospecha de que ese soneto de Borges (Epitafio, se llama) pudiera ser apócrifo”. Antes que feroz se trataba de una sospecha taimada y escurridiza. Era ante todo una certeza que conocía las andanzas del personaje creado por el poeta ‘B‘. Aquel que escribió dos fabulas al estilo del pastor mentiroso, con la salvedad de que en su relato nunca aparece el lobo.
El escritor ‘A’ tuvo veinte años, antes de publicar la novela, para calmar su “feroz sospecha” que aun le hace redactar una suplica, si “algún bibliógrafo de Borges me pudiera ayudar, se lo sabría agradecer”. La respuesta a este quebranto proviene del Borges Center (Iowa University). En la revista que edita, “Variaciones” n. 22 de octubre del 2006, están publicados los cinco sonetos atribuidos a Borges por el poeta ‘B’, transcritos entre un paseo por el parque y un taxi. Uno de ellos le presta el título a la novela del escritor ‘A’, pero ninguno de los sonetos tiene nombre. A la súplica del escritor ‘A’ que sospecha del autor de su soneto -bautizado testarudamente por él mismo- el editor de “Variaciones” responde con risas enlatadas al fondo: “You're right-- they're not by Borges. (Very good imitations by HAT, with the collaboration of WO.)” (Próxima entrega: la conclusión…creo que nunca llegaré a escribirla, este asunto me saca de lo serio)

1/2/07

LA INVENCIÓN DEL AUTOR (II)

La obra suele superar al autor, rebasa sus límites y recae en la vida misma. No basta con sumar nuestro nombre al de uno más leído y citado. Una pretendida obra debe invadir otras vidas tanto como la nuestra, que ya fue perpetrada por otro. A esa irrupción -siempre inevitable- la denominamos ‘memoria’. Un Quijote puede ser un manchego y a la vez cualquier otro soñador, aunque ya nadie aguanta ser llamado Hamlet, Dedalus o Werther. La irrupción de la obra en la vida salva a un pretendido autor del olvido. La obra desborda la página y hace que la vida sea calificada por el nombre de un autor, parece que no hay distinción entre la palabra y la circunstancia que la significa.
El escritor ‘A’ es dueño de un soneto y a pesar de su carrera académica prefiere preguntar, después de publicar su novela, por el responsable del poema que da título al libro ¿Él preguntó primero o ya conocía la respuesta? Un día escribió ‘A’: “…encontré en los bolsillos de su chaqueta (…) un poema de Borges, una especie de epitafio que empieza: Ya somos el olvido que seremos” (El Colombiano, 25 de Agosto de 2002). Después ‘A’ publicó el poema “Memento” (revista Número 43) un año antes de la novela. Dos versos del poema sirven de corrección a lo escrito en la crónica: “Había en los bolsillos un poema/de Borges «Epitafio»”. La corrección, sin embargo, es anterior a la crónica, porque “Memento” esta fechado en 1999. El escritor ‘A’ tiene la virtud de corregirse antes de cometer el error. La versión definitiva del poema aparece poco después de la novela: el soneto se llama “Epitafio” y no es “una especie de epitafio”.
Antes y después de publicar la novela el escritor ‘A’ corrige las imprecisiones de su relato en columnas de prensa y en poemas sueltos, siente la necesidad de unir su nombre al de Borges y sobre todo fijar un título para el soneto. Un esclarecido intelectual, por poco profesor universitario, olvida comprobar la procedencia del título de su novela. No sabe si es un verso, el título de un poema, o, cualquiera de las anteriores.
La fabula, inventada a trozos en contrapunto bachiano, desborda la página, se da un paseo por semanarios y periódicos, es el punto seguido de un calificativo universal e irónico con epígrafe incluído: "¿Cuál de los dos escribe este poema/de un yo plural y de una sola sombra?". Todo esto es tan borgesiano -siguen suspiros- (Próxima entrega la confección del poema y su parodia)

31/1/07

LA INVENCIÓN DEL AUTOR (I)

Afirma Bloom que el ‘autor’ no es un nombre, se trata mejor de un conjunto de nombres. Los nombres de aquellos a los que pretendemos superar y en el mejor de los casos imitar. De ahí que el ‘autor’ sea más que una figura, un personaje o unas cuantas líneas. El ‘autor’ es lo que nos resulta conocido y recordado por lo que cada uno de nosotros no podrá repetir, lo que sobrepasa nuestro discreto talento, lo que una vez leído y escuchado se nos antoja imposible de igualar. Este es el punto de partida de nuestra competencia con los autores del pasado, ya que invertimos todos nuestros esfuerzos en unir sus nombres a los nuestros.
Hace siglos la recopilación aleatoria de algunos textos podía llevar un nombre reconocido, bajo la presunción de que no podía ser otro su autor. Esto sucedió muchas veces, lo que dió pie a replicas, comentarios y especulaciones que aún nutren la insidiosa precisión académica. Sin esta práctica muchas investigaciones perderían su objeto de estudio. Las obras de incierta procedencia, cuyas versiones abundan de olvidadas lenguas y rasgados manuscritos, son un precioso hallazgo para los estudios históricos. Ahora dilucidar apócrifos es un oficio muy valorado, antes lo era su creación.
En la feliz atrofia mental en la que vive la 'intelligentsia autóctona' la creación de un apócrifo evoca a un mismo autor. No se por qué se nos ocurre uno sólo: Borges. La situación en la que aparece un falso Borges debe ser irónica y guardar una trágica historia: el escritor ‘A’ halla entre los objetos personales de su padre asesinado un soneto de Borges, este mismo escritor elige una parte del primer verso como título para una novela que veinte años después cuenta el desgraciado incidente. Durante esos veinte años el mismo soneto aparece publicado, no se sabe cuantas veces, y aunque la 'intelligentsia autóctona' conoce de sobra que el tal soneto fue inventado por el poeta ‘B’, el escritor ‘A’ no llega a saberlo. De repente, después de veinte años al escritor ‘A’ se le ocurre, ignoro la razón, indagar el sitio que ocupa en la obra de Borges el soneto en cuestión. No lo halla por ninguna parte y consulta a sus contactos literarios con el fin de ofrecer una paradójica y pública confesión: el poeta ‘B’ escribió el apócrifo seis años después del asesinato de su padre. Un soneto hallado antes de ser escrito que además resulta ser espurio, no se puede pedir más. Es admirable la candidez del escritor ‘A’ que interroga al tránsfuga poeta ‘B’ sobre la autenticidad del soneto, en especial cuando la fama y la habilidad le preceden en este tipo de ardides.
El relato de esta paradójica situación hace que el soneto, su hallazgo y su confección sean un producto del imaginario borgesiano. La saturación del ingrediente Autor-Borges en esta lograda trama de equívocos, vacilaciones y silencios hace que el escritor ‘A’ junto al poeta ‘B’ alcancen el merito de los 'Autores', gracias a la ironía del bibliotecario argentino. No cabe duda que esta situación contiene cierta dignidad literaria y es hasta cierto punto creíble, a no ser por los tropiezos que ‘A’ y ‘B’ sufrieron por el camino. Tropiezos (ver siguiente entrega) que un tercero en discordia, escritor ‘C’, prefiere que sean ignorados para mayor gloria de los cuatro autores, en especial -como no puede ser de otra manera- Borges.

30/1/07

¡ QUEREMOS ROCK, al parque !

Una mañana fría de mayo de 1995, me reencontré con un viejo amigo de la infancia en la entrada principal del Parque Metropolitano Simón Bolívar, en Bogotá. El viejo mono desde muy joven me había presentado en sociedad con el fabuloso mundo del rock and roll. Desde ese tiempo muchos empezamos a encontrar en la música una de las mejores expresiones de la alegría que desborda el cuerpo. Pero bueno, la idea no es hablar de mi amigo Mono, ni de mi bastísima ignorancia musical, sino más bien preguntarnos ¿qué pasó con nuestro rock al parque?
En ese mayo de 1995 se escucharon en varios escenarios de la ciudad de Bogotá, a grupos como Fobia de México, Seguridad social de España, las entrañables 1.280 almas (que merecen en mi concepto un capítulo aparte), la Derecha (lástima que la Mass Media se comió a Duarte) y los aterciopelados, que pasaron de los ganchos de ropa en la nariz y los toques en el chorro de Quevedo a los MTV.
Años después se presentaron: la Lupita, Morfonia, Darknnes, Agony, los Auténticos Decadentes, Sangre Picha, A.N.I.M.A.L., Chancho en Piedra, Todos tus Muertos, Severa Matacera, Control Machete, Bloque de Búsqueda, Kraken, Robi Draco Rosa, La Pestilencia, Illia Kuryaky and de Valderramas, Café Tacuba, Molotov, Julieta Vanegas, Control Machete, Los de Adentro, Los Pericos, Manu Chao, Pornomotora, Dr. Crápula, Superlitio, Koyi K Utho, Odio a Botero, Agony, Distrito Especial, Mississipi Blues Band, Plastilina Mosh, Los Auténticos Decadentes, Ely Guerra, Babasónicos, Spinetta, Super Velcro, Diva Gash, Sidestepper, Apocalyptica (¿cómo un grupo tan bueno se les coló?), Nawal y Jaguares, entre otros. Todo esto seria positivo si los hubiéramos tenido en un solo festival, pero todos estos grupos se han presentado en doce años de Rock al Parque. ¿Y el resto? (Pido respetuoso perdón por los grupos buenos y vigentes que dejé por fuera). Hemos tenido que vivir de a uno por año, o a lo sumo dos grupos de calidad, pero el resto grupitos de tercera, amigos de los organizadores. Pareciera que con la disculpa de ser una expresión cultural, popular o de generación se pudiera hacer música mala.

Muchachas, música y trago, que orgulloso me siento de ser un buen colombiano (Un buen resumen del profe Guarín). Como desarrollo de la identidad cultural, Rock al Parque ha sido el mejor de los escenarios para que jóvenes (todo el que tenga mi edad o menos) expresen y desarrollen su identidad. ¿Pero por qué la identidad cultural debe ser tan mala? Musicalmente han pasado muchas bandas que seguramente han descubierto y desarrollado su talento, han dedicado horas de ensayo, han entregado su vida a la experiencia del arte musical. Pero ¿y el resto ? qué diferencia hay entre jugar un picadito el domingo por la mañana para luego hacer "el tercer tiempo" y tomar la música como una excelente disculpa para meterse unas polas y otras cositas. (No estoy en contra de las polas y las otras cositas, estoy en contra de la mala música. Para eso está la música fea, que es una expresión íntima y amorosa de la falta de capacidad).
Rock al Parque es un patrimonio de Bogotá, de éste País. Por favor, que se creen criterios serios al momento de seleccionar a las bandas. Que inviten a músicos reconocidos para efectuar dicha selección. Que la convocatoria incluya a todos, ni más faltaba. Que entre el reggae, el metal, el hard, el punk, el pop, el ska, el blues, hasta el regueton. Que entren todos, pero por favor, que sea con un criterio claro, que haga de Rock al parque un escenario de calidad y no de cantidad de asistentes.
Que las bandas internacionales invitadas sean buenas. ¿Qué pasa con el Rock Español, Japonés, Irlandés, Sueco, Iraní, Etiope, Italiano, Siberiano?. No puede ser posible que el mejor rock gringo sea inglés. Insisto ¿cómo se les coló algo tan bueno como Apocalytica?
Por último, que el público participe, que sea crítico, que premie a los mejores, eso si, sin castigar a los peores, el castigo es para quienes los montan en el escenario. Rock al parque es una fiesta de todos. Una semilla que debe dar frutos, pero hay que regarla.


La mosca fly
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