22/5/18

Votar al divino (aforismos electorales)




I
Nuestra campaña electoral es una feroz cacería del adversario. Cada uno busca el contrincante ideal para disfrazarlo de paranoia y delirios con el único fin de lincharlo a golpe de twitts, whatsapps, comentarios en periódicos, o estampar una mueca de venganza en el respectivo muro de su íntimo Fake-book. 

II
La explosión de memes es al mismo tiempo una implosión del alma. Esa pirotecnia de imágenes en las que unos se ríen de los otros, o aquellos se cagan en todo lo que se mueve en la cabeza de los demás, entretiene a una población que desperdicia a diario -en promedio- unas cuatro horas de su vida en el transporte público. Tenemos rabia y la mejor manera de expresarlo es polarizando esas mentes de transeúnte frustrado: inventando demonios, profetizando armagedones, alimentando bestias alucinadas que se comen nuestro trabajo, saquean los mercados, o que ocultan una perversa ideología que ha muerto y que no existe en lugar alguno. 

III
La política, y no es nada nuevo, es un juego de sublimación de sentimientos torpes y oscuros. En nada se parece a los análisis de expertos sobre un programa político que nadie lee y que ningún candidato llegará a ejecutar en alguno de sus más ínfimos propósitos.

IV
Tanto lasillvacia como razonpublica nos premian con un profundo, pero inútil, racionalismo que intenta proyectarse sobre los tecnicismos de la administración pública que hace tiempo -y no es privilegio de nuestra boba nación- esta ahogada por intereses prestablecidos, carruseles de favores recíprocos, pizzas y mermeladas de los todos los sabores. 

V
En Colombia hay mermelada de paz, de balas, de coca, de explotación de los más débiles, de cerebros desnutridos o mal alimentados, por los dos o tres lobbies empresariales que contratan con la Casa de Nariño y que distraen a la población usando el alfabeto -W, RCN-, la breve condición de nuestra rutina -el tiempo, semana-, o la pasividad lucrativa del horror -el capo, Querido Pablo, Sin tetas, Castaño-.

VI
Enfrentar la realidad política no significa airear aquel chauvinismo quejumbroso que nos crucifica como demócratas inútiles, pacifistas abandonados, o simples colombianos abocados a una suerte cruenta: caer en los tentáculos de un administrador selectivo de la violencia, el miedo, y la venganza.

V
Es tiempo de comprender la pobreza de nuestras esperanzas, la ruina de nuestros escombros, el olvido de nuestros más queridos enemigos. Es hora de reclamar aquello que ha sido nuestro y que nadie ha podido arrebatarnos: la felicidad.

VI
Nadie cree, solo quienes lo han vivido, que alguna vez existió una “Bogotá Humana”. Claro, para darse cuenta, había que vivir en la 60 sur con 120 bis: un colegio de las artes en el que niños y niñas, de los 12 a los 16 años, bailaban, escenificaban, editaban cortos, leían poemas todas las tardes. También recibían un “algo” y con eso seguían hasta el atardecer de la “Bogotá Humana”. Hubo miles de estos colegios esparcidos por toda la ciudad y nunca fueron visitados por alguno de nuestros intrépidos periodistas, iconos insufribles de la verdad a medias, la mentira en dosis nocturnas, la tontería en cucharadas mañaneras. 

VII
La “Bogotá Humana” existió por encima de las administraciones de los partidos tradicionales. Sin duda, fue mejor que la de Pastrana (todo un borrico-delfín podrido de apellido), las de Castro o Dussan, y que decir de las de Peñalosa. No superó al Prof. Mockus que comió muy callado cuando Santos le robó las elecciones. De premio, se ganó un documental presentado en la LSE. La gloria para un matemático de mentalidad liberal entregado de brazos y piernas al utilitarismo. 

VIII
Los asesores de Trump se dieron cuenta que cuando pronunciaba la palabra WALL, la gente despertaba en los mítines, dejaba de aburrirse y hablar, para arengar al candidato. Donald se dio cuenta mucho antes y recurría a la palabra WALL para despertar a la gente. Los politólogos llaman a esto “ascenso del populismo”, sin embargo, es algo más simple: hay alguien capaz de enunciar lo que a las masas les pasa por la cabeza y no tiene la más mínima vergüenza en hacerlo. Por eso Trump fue el candidato perfecto. Igual que Berlusconi que mientras recibía unos regalos en un homenaje, durante la campaña, de las manos de una joven le dijo: “Te prefiero a ti”. A esto le respondió el político local y anfitrión: “Es mi hija…tiene muy buen gusto, cavaliere”. 

IX
Hay alguien que no tiene miedo a decir burradas, ese es el candidato populista, y el que más votos se lleva. En cambio, el inocente Fajardo, que gobernó bajo un pacto de no agresión con don Berna, cree que puede cosechar algo similar con los señores de la guerra del pacífico o del Urabá, pero no es suficiente la limpieza, la claridad, la bondad. En política gana el que se atreve, el que lucha, el que se enfrenta, y denuncia con exabruptos. 

X
Recuerdo a Bill Maher, el cómico demócrata, y quizá más a la izquierda, de la HBO, quejarse de Hillary: ¿Qué hemos hecho? Nuestro candidato era Bernie Sanders, un sujeto capaz de plantarle cara a Trump. Nos pasa un poco lo mismo, Fajardo está bien, De la Calle fue el negociador, pero Petro es el único que le ha dicho unas cuantas verdades al “populismo” del CD. Le reprochan su personalidad -o sus desaciertos- como si Duque comiera de la mano de las hermanitas de la caridad.

Nota:


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