19/8/09

La democracia autorreferencial (El Estado -de opinión- soy yo)


“En los Estados de opinión -y yo creo que la característica más importante del Estado colombiano es que es un Estado de opinión- el control más importante es de opinión”
A. Uribe

Los tibios analistas nacionales pierden los ojos por descifrar el contenido de la majestuosa irrupción de un nuevo concepto-engendro de factura 100% nacional; exportable sin duda. Uprimmy busca definiciones oficiales, Holguín dice no tener idea de lo que significa y Restrepo lo tiene un poco más claro “al hablar de estado de opinión el presidente Uribe entendía lo que dicen las encuestas que, a su vez, reflejan lo que dice la televisión (…) lo que vocea la radio en las periódicas entrevistas de más de una hora (…) Esa opinión, así trabajada, así de emocional, es la que manda, y recibe el nombre de estado de opinión”. No le busque, ya está definido.
A pesar de la claridad de este acierto, Uribe ignora que sólo en su cabeza -o quien sabe en cuantas más- existe algo parecido a un Estado de opinión de carácter político. Hasta ahora lo único con algún parecido es lo que la sociología llama la “estabilidad” de una opinión general, lo que puede ocurrir en cualquier grupo social. Se trata del resultado de un análisis estadístico, o sondeo, que muestra la “fotografía” de un estado puntual de opinión. Aquí “Estado” no tiene nada de político, tan solo es el momento en que un grupo toma una posición frente a algún tema de interés común y se queda quieto para una foto estadística.
La maña puesta por los ideólogos criollos está en aprovechar el sentido político de la “opinión pública” para adosarle, en voz de Uribe, funciones legislativas y gubernamentales. Opinión que es una mera creencia generalizada que ha sido inducida y manipulada. El “Estado de opinión” como un ente político es inexistente, un fantasma asistido por los medios de comunicación que sirven de escenario al espectáculo institucional de unas políticas públicas basadas en la autosugestión.
La propaganda gubernamental también cuenta con la ayuda del boca-oreja: la influencia del vecino, un formador de opinión a pie de calle. Cuando alguien está rodeado de una mayoría que opina de forma diferente, aquel tiende a cambiar su opinión por la del vecino. La física social, nos dice, que las opiniones se contagian por contacto e influencia, basta con escuchar los testimonios de muchos que dicen estar “rodeados de uribistas” y que para conservar los bienes que ofrece la amistad, la familia o el simple lameculeo, se callan sus verdaderas convicciones.
Las máximas de la Ilustración nos hablan de una opinión pública fundada en la razón y el debate público, no en la manipulación mediática y la presión social. El mito del Estado de opinión representa la creencia, legitimada por un concepto estadístico, en la integridad ética de un representante que ha destruido todos los caminos que se desvían de su agotado proyecto político. Tal como aparece en el discurso presidencial el Estado de opinión sólo puede referirse a sí mismo: El estado de opinión es el Estado fundado en la opinión que a su vez controla al Estado, esto quiere decir que todos los Estados de opinión son como el Estado de opinión en que la opinión funda el Estado controlado por… Para resumir: la opinión general respalda a Uribe; la opinión es el Estado; por lo tanto Uribe es el Estado (Q.E.D)
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