13/6/08

BRUNI, una bella polémica


Araujo, el jefe de la diplomacia criolla, no se percata del patetismo de su intervención, parece un sirviente de matamoscas en mano destinado a espantar y aplastar, si puede, los bichos que se paran en el destrozado pabellón nacional. Esta vez, y con fortuna, se ha parado un coqueto insecto: la Bruni y unas viciosas metáforas acerca del amor. En los Campos Eliseos no están preocupados por la comparación entre el fogoso president y “la blanche de la Colombie”, se escandalizan de que Sarko pueda ser un burbujo entre los dedos de la primera dama y que los efectos del pitillo sean una cuestionable salida de sí con perdida de la conciencia, una traba del 12. Dicho así, el amor es un trip erótico/fandanguero del que no se salva el contrato prematrimonial de Sarko con derecho a dos turnos semanales más un arrodillado al mes. En su tercer disco la 'niña de 40', además de atribuirse un número aproximado -por lo bajo- de amantes, canta una versión de Bob Dylan, se atreve con un lied de Schumann y le presta melodía a un poema del “enfant terrible” de la literatura francesa, el Zidane de la librerías parisinas: Michel Houellebecq.
El nihilista y cínico "Zaratustra de la clase media", el más pesimista sobreviviente de la melancolía, escribe crónicas de un turbio y morboso transcurrir: ninfomana(o)s muy juntos, turistas sexuales, enfermos de amor solitario que no aceptan sus cuerpos envejecidos, ni sus almas aburridas. El poema que canta la Bruni pertenece a la novela “La possibilité d’une île” (Fayard, 2005). La cosa va del clon número 25 de un personaje que guarda en su perro la celula madre para su próxima reencarnación, también aparecen las desventuras de los clones anteriores 16, 18, 12, etc.; 25 es un clon-poeta que escribe lo que Bruni canta, leído en el video por Houllebecq en un paréntesis del rodaje de la adaptación cinematográfica de la misma novela (advierto que la traducción puede ser deficiente):

Ma vie, ma vie, ma très ancienne
(Mi vida, mi vida, la más antigua)
Mon premier voeu mal refermé
(Mi primer deseo rechazado con dolor)
Mon premier amour infirmé,
(Mi primer amor impedido)
Il a fallu que tu reviennes.
(le ha faltado que tu regresaras)
Il a fallu que je connaisse
(le ha faltado que yo lo supiera)
Ce que la vie a de meilleur,
(para que la vida fuese mejor)
Quand deux corps jouent de leur bonheur
(Cuando dos cuerpos gozan de su felicidad)
Et sans fin s'unissent et renaissent.
(y sin fin se unen y renacen)
Entré en dépendance entière,
(Entro en una integra dependencia)
Je sais le tremblement de l'être
(Soy el temblor del ser)
L'hésitation à disparaître,
(El rechazo de la vacilación)
Le soleil qui frappe en lisière
(El sol que se divide en la orilla)
Et l'amour, où tout est facile,
(y el amor, donde todo es facil)
Où tout est donné dans l'instant;
(donde todo se da en un instante)
II existe au milieu du temps
(existe en medio del tiempo)
La possibilité d'une île.
(La posibilidad de una isla)

11/6/08

CABARETERO CON MECENAS ALBAÑIL

Apenas sirvo para dar placer”
H. Alvarado Tenorio

Los poetas de mal hablar, hay que advertirlo, no suelen ser invitados muy agradecidos. No me consta que Alvarado Tenorio sea uno de esos poetas, pero la boca ancestral a la que está pegado le ha echado -ella sola- de algunos programas de variedades y de otras tantas camarillas intelectuales. Creo que es de los pocos culteranos nacionales que repite, un día si y otro también, que Belisario, además de cobarde, es un comemierda con pose de literato. Eso lo sabe cualquiera y hasta se escucha en los orinales públicos, pero nadie se adjudica la autoría de aquel merecido insulto. Alvarado ya desfiló por unos cuantos post -de los más peyes- de este monótono blog, porque con habilidad de culebrero le metió, por triplicado, una enrevesada historieta al noble y candido Abad que se la tragó con todo el gusto. De aquella desmentida y afortunada confusión nadie se quiere acordar, lo mismo que del presupuesto administrado por Belisario para el centenario del Quijote, en caso de que alguna vez haya tenido lugar.
Por estos días en que los poetas le cantan a una tarde inolvidable en la que ven, a manos cogidas, Nothing Hill. La poesía de Alvarado Tenorio resulta, porque no decirlo, necesaria. He leído Ultrajes [1965-2005], un evidente desfile de borgianismos: los poemas se titulan con nombres de personajes o fechas históricas, la desigual geografía del mundo se torna ocasión literaria, algunos versos son sentencias en las que resuena la voz de otros autores o de antiguas doctrinas (Rigveda 10, 90 por ejemplo). En fin, recursos ya vistos, pero que no hacen perder a los poemas aquella necesidad. Me parece que aun debiera leerse: “Vana es la muerte/para quien sobrevive/y sigue amando“; “Nadie tenga abstinencia, ni predique enseñanzas, no podrá compartirlas”; “¿Quién nos quito la realidad/y sólo nos dejo el deseo?”. El poeta admite “no saber de castidad ni de hermosura” e inventa una curiosa medida para la memoria: “En un viejo bar/alguien recuerda cómo fuiste”. También le roba unas líneas a Henry Miller para recordar a Nueva York: “Vestida de blanco/Espera a la salida del metro,/sin bragas como siempre”. No tiene reparos en describir a las putas gordas y envejecidas con las que aprendió el placer de pagar, cuenta los kilómetros y describe los caminos que le llevaron al encuentro de un amante. Es fiable aquel “no pierdas el tiempo buscando la patria”, así como su definición: “un laberinto de sangre llamado Macondo”. A Borges le dedica este verso “Dios no hubo en ti”, lo que resultaría paradójico, pues en diversos textos de Borges si que lo hubo, así fuera una invención.

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Alvarado dirige Arquitrave que en esta entrega ofrece una antología de poetas iraquíes, lo que demuestra que más allá del petróleo asaltado y de la guerra hay un Irak con: “más poetas que soldados y más poemas que armas”. Aquellos poemas son un espejo antes que la expresión de una realidad lejana. Sirvan los Ultrajes de Alvarado, así como la antología de su revista para volver a la poesía que transforma al hombre que la sirve:

Otra cosa no somos más que piedras de molino.
Si dais una vuelta por nuestra tierra, piedra por piedra,
por todas partes encontraréis nuestra sangre.
¡Cuánto dolor hay en una nación en guerra!
Adnan Al-Sayeg
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