17/12/07

“El viaje del jefe Tuiavii de Tiavea” de Erich Scheurmann (conocido como “Los Papalagis”)

Scheurmann artista y escritor alemán, que trabajó con Hermann Hesse a principios del siglo XX, fue de borondo a Samoa e inspirado en la vida local describió la visita de un jefe de las islas a la Europa de entreguerras. Este libro ha sido considerado un testimonio real y con este crédito se le conoce como la primera crítica a la globalización. El nombre ‘papalagi’ significa el quebrantacielos, aquel ‘forastero’ blanquito que pretende parecerse a un dios pasando por encima de todo: la naturaleza y sus congéneres. Mucho de este viaje imaginario es demasiado real, así que les dejo con algunos fragmentos sobre papalagis y un archivo con el texto completo para que disfruten las fiestas. Feliz lo que sea para todos…


¡Amados hermanos! Las palabras que digo son la verdad y debéis creer a vuestro servidor, aun cuando vuestro sentido común os haga dudar de todo cuanto acabo de explicar. Porque las cosas de los Papalagi son muy grandes e impresionantes y tengo miedo de que muchos de los nuestros queden impresionados ante tanto poder. ¿Y, por dónde empezar si tuviera que contaros lo que mis ojos asombrados han observado?
…….
En Europa hay realmente poca gente que tenga tiempo. Puede incluso que ninguna. Ésa es la razón por la que la gente corre por la vida como una piedra lanzada. Casi todos mantienen sus ojos pegados al suelo cuando caminan y balancean sus brazos para llevar mejor el paso. Cuando alguien les para, le gritan malhumoradamente: «¿Por qué me has parado? No tengo tiempo,
¡Haz buen uso de tu propio tiempo!» Parece que piensan que un hombre que camina rápido es más valiente que uno que camina despacio.
……
Ahora el hombre blanco quiere hacernos ricos trayéndonos todos sus tesoros, sus cosas. Pero esas cosas son como flechas envenenadas, que matan a aquéllos en cuyo pecho se han introducido. Una vez oí, por casualidad, decir a un hombre que conoce bien nuestras islas: «Vamos a forzar nuevas necesidades en ellos». ¡Las necesidades son cosas! Y aquel sabio dijo más: «Entonces podemos ponerles a trabajar también fácilmente». Quería decir que tendríamos que usar la fuerza de nuestras manos para hacer cosas, cosas para nosotros mismos, pero principalmente cosas para los Papalagi. Debemos estar también cansados, encorvados y grises.
……
El Papalagi tiene tantas profesiones como piedras hay en la laguna. Todo lo que hace lo convierte en una profesión. Cuando alguien recolecta las hojas del árbol, ejerce una profesión. Cuando alguien lava los cuencos de la comida, ejerce una profesión. Todo lo que hacen, con sus manos o con sus cabezas, lo llaman profesión. Es también una profesión el tener pensamiento y el mirar a las estrellas.
……..
Puede ser cierto que nunca practicamos el conocimiento o, como dicen los Papalagi, «el pensar». Pero es cuestión evidente quién es el más estúpido: el que no piensa muy a menudo o el que piensa demasiado. Mi cabaña es más pequeña que la palmera. La palmera se inclina en la tormenta. La tormenta habla con voz profunda. Esta es la forma en que piensan, a su particular modo, naturalmente. Pero también piensan sobre sí mismos: yo soy pequeño; mi corazón siempre se pone contento cuando veo a una muchacha; me divierto mucho yendo de malagal, etc...
Todo esto puede estar muy bien y ser muy bueno; incluso puede comportar toda clase de provechos a aquéllos a los que les gustan esos juegos en el interior de sus cabezas. Pero los Papalagi piensan tanto, porque para ellos el pensar se ha convertido en un hábito, una necesidad y una carencia. Tienen que continuar pensando. Sólo después de muchas dificultades logran realmente no pensar y, en vez de esto, viven de una vez con su cuerpo entero. A menudo viven únicamente con sus cabezas, mientras el resto de sus cuerpos está profundamente dormido, aunque caminen, hablen, coman y rían mientras tanto.
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