22/6/07

IMPOSIBLE DESPERTAR



“The region is also known for its unique wild life, snowy volcanoes and famous National Parks. At the same time, it is truly the "Heart of Darkness" of our world (…)Massive epidemics, food shortages and of course civil wars rage in this area, taking place in a kind of moral oblivion.”

El documental ‘La pesadilla de Darwin’ es un inclemente despertar a la crueldad que acompaña al ensueño global. En el lago Victoria, un ‘mar interior’ que sirve de frontera a Uganda, Kenia y Tanzania, la pragmática iniciativa privada explota la pesca de una especie foránea: la perca del Nilo. Sus blancos filetes se venden con el nombre del -casi extinto- mero en los mercados de Europa o Norteamérica. Un plato a base de mero-perca sustituye a un buen filete. La satisfacción del consumidor que paga por este plato, en NY o París, tiene un ignorado reflejo en lupanares, barracas de esclavos, niños abandonados y enfermos que sobreviven a orillas del lago.
De la perca se aprovecha todo, desde el vacío del carguero que viene a recogerla hasta la enorme cabeza y el espinazo. El avión transporta los pertrechos para las guerras civiles africanas -Sudán, el Congo, Ruanda, Burundi- y despega llevando toneladas de filetes con destino Qatar, Hamburgo o Moscú. El director del documental viajó cerca de cuatro años entre misteriosas cajas -de munición y armamento liviano- para conocer a los pilotos y compartir con ellos la ruta del comercio global que por un lado lleva la muerte y por el otro satisface el gusto del exigente consumidor occidental.
Con la cabeza y el esqueleto de la perca se alimenta un negocio de comida callejera, muy popular en otras ciudades africanas. Primero se recogen los pesados restos, luego se secan al sol aplatanados en unos travesaños. El volumen de la pesca es tal que se pueden ver extensos campos llenos de restos de perca, hediendo al sol. Cuando los restos están secos se destrozan a golpes, luego se sofríen en grandes marmitas y a la calle. Las personas que trabajan con los restos podridos son esclavos, apenas reciben un salario, están enfermos y viven entre las cabezas cortadas de un pez sembrado, explotado y saboreado por extranjeros.
La perca ya se ha comido a todas las especies nativas del lago, después las percas se comerán entre sí y al final no quedara nada. Tan sólo una inutilizada pista para cargueros, las mentiras de la globalización, la enfermedad y el hambre. En esta historia no hay responsables, la iniciativa privada es inmune a la crítica, los gobiernos corruptos, las instituciones internacionales inoperantes, mientras el ‘saludable’ occidental exige, paga y degusta: mmmm exquisito…Toda verborrea biológica, socio-cultural o económica se queda en nada ante la evidencia. La verdad es fea, muy fea, y los jodidos son siempre los mismos…

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