25/2/10

UN VEREDICTO SIN CONSECUENCIAS


Nada cambiará con el dictamen de la Corte. Todo seguirá igual. La cacería del gato al ratón, o de los ratones al gato, será financiada con el presupuesto nacional para la salud y la educación, y cuando haga falta más con el sudor piramidal de miles de raspachines. Las mismas cuadrillas de asesinos patrullarán por Manrique, Ciudad Bolivar o Aguablanca. Los panfletos de amenazas, o su inmediata ejecución, serán recibidos con puntualidad por sus destinatarios en las veredas más cercanas, o más lejanas, al Ubérrimo. La huida de familias destrozadas bajo la cruenta barbarie, del genio insaciable que guía nuestra historia, reposará silenciosa en los informes de Médicos sin Fronteras o HRW; también en los novelones que premian los jurados de la vieja Europa. Los gobiernos, cualquiera sea la letra del alfabeto que denomine a la ralea que ostente el poder, negarán el dolor y la penuria que asfixia a la nación.
Los bisnietos de los delfines, y los hijos de sus hijos, seguirán peleando por un lugar en la genealogía endogámica del poder. Todos ellos recibirán honores de estadistas siempre que sus patrimonios hayan crecido desmesuradamente después de su paso por el palacio, el hemiciclo, la alcaldía, la corte, la embajada, la notaría, el garaje, el sótano, la alcoba…etc. Los sapos seguirán croando en sus charcas, las ranitas se irán de fiesta con ellos y la transcripción de sus declaraciones las conoceremos a modo de primicia en los tabloides oficiales, en las entrevistas radiales de la mañana, en los consejos comunales, en las cloacas en las que se cocina el estado de opinión.
Los miembros de las instituciones que participan de las ramas torcidas del poder estatal seguirán parasitando, medrando con pereza en sus contratos amañados, en sus canales de tele-idiotización, en los subsidios ficticios para cualquier cosa, en la repartición planificada del funcionariado, en las decisiones jurídicas o legislativas que premian la mediocridad, que alaban la rapacidad, que ensalzan la ambición, que vaticinan la muerte.
Las reinas seguirán teniendo los culos más grandes cada año. Cartagena recibirá más escritores, Medellín más poetas, la selva otro desembarco de marines, la gente más disparos, más paseos millonarios, más puñaladas, más carnaval, más corralejas, más aguardiente, más perico, más fumigaciones, más placer comprado, más placer vendido o trocado, más telenovelas, más patria rota y contrahecha, más pasión, más hambre…más y más de la misma mierda.

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