9/1/09

MEDALLITAS

Quizá me den una medalla
por haber vivido.
Armando Carrillo



Para toda medalla hay un merito, algunos de ellos son esforzados otros conmemorativos y a veces son absurdos insoportables, mas no por ello menos usuales. Cuelgan de los comercios que asedian a los lugares de peregrinación cientos de medallitas de santos o vírgenes que representan un golpe de suerte, un pedido de protección, de salud, a veces de puntería. Es imposible olvidar las medallas colegiales que dignificaban por momentos los aciertos de una memoria plena de datos olvidables; la dedicación ciega de la infancia a la estupidez educativa. Estos tributos mal repartidos son un rezago cansino de las condecoraciones militares, la elección azarosa de un valiente entre la masa de cobardes que van hacia la muerte entre los caminos de una guerra sin responsables, ni regentes. Medallas que dan distinción, que dividen, que destacan las miserias de un mundo lastrado por su extravío.
Cada uno de estos pormenores, y otros más, le caen a la medalla que W. Bush le dará al insigne inquilino -ahora casi dueño- de palacio. La tal medalla se llama de la libertad, esta especie de adjetivo “…of freedom” reluce en las invitaciones a los cuerpos diplomáticos que ya se preparan para ir al evento y doblar el labio en gesto: severo chiste se marca el -ahora- huidizo Bush condecorando a un ex primer ministro víctima de sus mentiras Blair y a un aliado de las Bananas Rep. Uribe conocido por su inepta tendencia a la irritación y el berrido cuando se trata de los llamados defensores de los H.R. Se supone que estos dos son verdaderos gladiadores de la libertad del mismo modo que otros como: Gregory Peck, Bob Hope, media plantilla de los Yankees, unos cuantos directores de la CIA y como no, el cerebro de la invasión a Irak.
Quien da la medalla ha repetido mil veces que su guerra de mierda fue en nombre de la libertad, así que siendo como es un protagonista de la lucha por la abstracta libertad ajena se da a los homenajes, invita a un par de amigos y les dice: saca pecho que ahí va el colgandejo este. Espero que, una vez hartos de medallitas y champanes, a estos sujetos condecorados les de por retirarse de la lucha por la libertad, ya han desecho bastante, ya la han cagado demasiado, nadie les pidió que se postularán a ser dueños de la historia colectiva de sus naciones. La libertad no les necesita, es más si no hubieran salido de casa a luchar por ella nadie les habría echado en falta.

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