23/9/08

La parodia del profe Lucas y la histeria patria


Se robaron el primer grabado de la serie goyesca “los desastres de las guerra” expuesta en la Fundación G.A.A.de Bogotá . Es posible que este grabado no tenga por sí mismo mucho valor comercial, teniendo en cuenta que pertenece a una colección, de 81 grabados más, que se vendió este año en Madrid por setenta mil euros. Hay robos aun más escandalosos: “El grito” de Munch fue descolgado y puesto en la cajuela de un carro sin la menor resistencia; el patrimonio románico aragonés fue zaqueado en los años setenta por un sujeto apodado el ‘americano’, que en realidad era alemán, y vaciaba iglesias, tumbas, antiguas aljamas etc.; y ni hablar de los -todavía en activo- guaqueros.
Interesantes robos coloniales embellecen el Royal Museum y el Louvre, tanto que en la ficha técnica de algunas obras debería figurar el título “Robado a…”. Una parte de las colecciones de estos museos tiene una oscura procedencia, no se conocen los datos de su adquisición o no hay documentos que demuestren su origen. A veces su autenticidad es cuestionable como el caso del cuadro “El Coloso” que se exhibe en el Prado, atribuido a Goya hasta hace pocos meses.
El Arte ha sido un botín de guerra y un medio de ostentación para los poderes más díscolos, de ahí que no sea gratuito que al profe Lucas le pareciera una negra-burla politiquera la exposición de los desastres en un país que sobrevive en medio de horrores goyescos. Así que una vez desaparecido el grabado escribió un comunicado del autodenominado "Comando Arte Libre S-11" para reirse del asunto. Esta seudobroma no le cayo bien al culture club santafereño que vio en la parodia subversiva del profe Lucas una ofensa al buen gusto, la mezcla inapropiada de antiguas invenciones revolucionarias y unos emotivos resentimientos hacia el nepotismo que gobierna la “industria cultural“ de la región. Mientras el universo cult local se regodea con el mal gusto del profe Lucas (que se compara a sí mismo con un desfile de guignols, cuyo humor alude sin acusar y acaricia la provocación sin disentir), los llamados comunicadores se comen el cuento y ven en la parodia subversiva la primicia de una más de las histerias patrias: el enemigo descarao.
En un país en el que disentir es la ruina y lameculear el desayuno de palacio, escuchar la parodia de una voz enfebrecida y radical suena a miedo, a una necesidad de levantar la cobija, taparse y temblar: el coco aúlla en la lejanía…¡Salvemos la patria mi general! Esa ficción patriótica y los estragos del conflicto están representados en el arte nacional. Los artistas proclaman cómo duele el país de la eterna soledad en el que la violencia siempre es poca, tal como en los grabados de Goya. A ellos nadie parece tomarlos en serio y su obra es uno de los testimonios más sensibles de la cruda-muerte-realidad del país (un ejemplo).

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