Los musicos colombianos hace tiempo se apuntaron al globalfok, al coqueteo con la música étnica, o lo que conocemos como ‘worldmusic’: una etiqueta que las discográficas se inventaron en los 80 para que los consumidores no ser perdieran en las tiendas, aquellos enormes supermercados culturales a la medida de cualquier gusto y procedencia.
En este momento hay tantas bandas, dj’s y compositores en la bella tierra, y fuera de ella, que no es posible hacer un inventario fiable de todo lo creado, sampleado y colgado en la red bajo los nombres de curruhop, electropale, digillenato o bulletronic. La música esta más viva que nunca en un país arrasado por el conflicto, aunque nos podemos acordar que en el lejano siglo XX Pacho Galán ya tocaba una fusión tropical llamada merecumbe y el clarinete de Lucho traducía a big-band los sones caribeños, aquella fue la época de compositores como Villa-Lobos, Lecuona, Piazzolla o Zumaque. Esto apenas es un antecedente de lo que pasa hoy, cuando la música de los palmares, de la ciénaga, del valle y los grandes rios, así como de los poblados de bareque, antes marginados, es un paquete cultural que acelera su expansión en cualquier lugar del planeta.
Siempre queda la sospecha, dicen algunos, de que los ritmos tradicionales ‘equalizados’ y adaptados a los oídos del consumo global se pierdan, porque los productores musicales, que rivalizan para establecer un gusto ecléctico y multicultural, no van a la ‘historia’ particular de los elementos que cada fusión músical contiene. Otros, en cambio, dirán que somos los hijos de la ‘fusión’ porque nos ha tocado….!bueno pues¡ vamos a comprobarlo por el bien de unos o para que el oído de otros pille melodía.
Les dejo unos (si falta alguien que se apunte) enlaces de palenque-jazz o de globalfolk, no se bien qué es cada cual; puede que a Pambele nadie le dijera que era un palenque-boxer, pero en esas estamos…compadre¡¡¡¡
En este momento hay tantas bandas, dj’s y compositores en la bella tierra, y fuera de ella, que no es posible hacer un inventario fiable de todo lo creado, sampleado y colgado en la red bajo los nombres de curruhop, electropale, digillenato o bulletronic. La música esta más viva que nunca en un país arrasado por el conflicto, aunque nos podemos acordar que en el lejano siglo XX Pacho Galán ya tocaba una fusión tropical llamada merecumbe y el clarinete de Lucho traducía a big-band los sones caribeños, aquella fue la época de compositores como Villa-Lobos, Lecuona, Piazzolla o Zumaque. Esto apenas es un antecedente de lo que pasa hoy, cuando la música de los palmares, de la ciénaga, del valle y los grandes rios, así como de los poblados de bareque, antes marginados, es un paquete cultural que acelera su expansión en cualquier lugar del planeta.
Siempre queda la sospecha, dicen algunos, de que los ritmos tradicionales ‘equalizados’ y adaptados a los oídos del consumo global se pierdan, porque los productores musicales, que rivalizan para establecer un gusto ecléctico y multicultural, no van a la ‘historia’ particular de los elementos que cada fusión músical contiene. Otros, en cambio, dirán que somos los hijos de la ‘fusión’ porque nos ha tocado….!bueno pues¡ vamos a comprobarlo por el bien de unos o para que el oído de otros pille melodía.
Les dejo unos (si falta alguien que se apunte) enlaces de palenque-jazz o de globalfolk, no se bien qué es cada cual; puede que a Pambele nadie le dijera que era un palenque-boxer, pero en esas estamos…compadre¡¡¡¡
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