8/11/07

LA DIPLOMACIA DEL BRAVUCÓN

“Uribe’s sympathies with the paramilitaries are considered suspect, all the more so given the expansion of paramilitary-like structures known as Convivirs during the time that Uribe was governor of Antioquia province.”, C. Arnson

Semana ha colgado un artículo de Foreing Affairs en Español, pero que está en inglés ¿…?, de Cynthia Arnson (Woodrow Wilson International Center for Scholars-Latin American Program). El artículo cuenta con los comentarios de un exdiplomático en horas bajas que al mejor estilo de la histeria chovinista, que a todos embarga en el extranjero, constata que en Washington saben de la ‘sospechosa’ relación para-palaciega y sus efectos en las relaciones bilaterales con el país que paga los desafueros de nuestro endémico conflicto.
De lejos se ve que Semana le hace un favor a los gaviristas al poner en evidencia con este artículo los pataleos de la diplomacia doméstica y su fracaso en la gestión del TLC. Sólo a un finquero gritón se le ocurre vociferar, en una cena privada en Washington, que el director de una importante ONG de derechos humanos está liado con la guerrilla y demás perlitas, de esas a las que nos tiene tan acostumbrados. También queda en evidencia el escaso conocimiento que tenía Uribe de los cambios políticos en el senado de los EU y de las nuevas exigencias a las que debía someterse, sin bravuconear. El senado gringo, con los demócratas al frente, pensaba más en la desigualdad social interna y en el ‘espectáculo’ que ha sido la ley de justicia y paz. La diplomacia criolla se pasó estas minucias por el hueco de la ruana y dejó que la ira palaciega acabara de cagarla.
A los lectores de Semana les escandaliza cualquier cosa y se tratan entre sí de cualquier manera con tal de ser un poco más bravucones. A la autora del artículo, en cambio, le interesan las relaciones bilaterales EU-Colombia que son definitivas en la evolución del conflicto interno y los cambios en la política exterior de los EU consecuencia del olvido social de la administración Bush y del fracaso de su costosa guerra. En esta situación Uribe es apenas un aliado segundón, un poco molesto en estos tiempos por su irritabilidad y por su falta de consideración ante dos desafíos enormes que plantea el conflicto colombiano: la desigualdad social y el problema humanitario. A estos desafíos él responde con iracundia y ceguera, porque está más cerca de su ‘tercera’. Una reforma de la contrareforma que traerá aun más despropósitos.

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