25/9/06

PROFETILLA



Ahí está Gonzalo encima del burro diciendo burradas como la que no le perdonaron los cómplices de sus revolcones, porque su ‘nadaismo’ revolución no fue. Gonzalo le dijo al presidente Lleras Restrepo, el mismo que manoseó unas elecciones y que enviaba cargas policiales contra la universidad, que era un ‘poeta de la acción’. Ese día bautizaban al buque Gloria y aquel poeta flaco, ataviado con un ‘sobrenada’, le decía al enano liberal que había premio lírico para su régimen. Armando Romero, nadaista él tambien y muy profesor de literaturas hispánicas, se pregunta con retórica inútil cómo llegó Gonzalo a esas esferas, muy fácil, no se porque no lo dice. Resulta que el maestro espiritual de aquel revolcón cultural, Fernando González, estaba casado con la hija del que fuera el presidente Carlos Eugenio Restrepo (1910-14) y la inclusión de sus muchachos en las cadenas de aceptación política fue una consecuencia más de la vida en Otraparte. El maestro Gonzalez agenció para aquella imberbe y autóctona vanguardia cultural un discurso dubitativo sobre el catolicismo galopante y la regañina moral de las sotanas. Como buen discípulo de existencialistas, Fernando sufría más una angustia por la divinidad normalizada que por las violencias agitadas desde los pulpitos en el salvaje mundo rural de aquellos -y de estos- tiempos.
Un tema recurrente en los versos libres y muy tortos de Arango es la sustitución de un dios moral por un dios vital de los placeres cuya encarnación es él mismo. El lenguaje del visionario de otro-mundo, que aparecía a plazos por la influencia del LSD, dejó mucha poesía y las contradicciones de siempre entre el arte y lo demás, mientras Colombia pasaba ante las narices de aquella muchachada baretera y edonista sin generar desafío alguno.

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