31/5/06

Silicona en la cabeza o el poder de la palabra


Postizo se sienta en la silla de terciopelo azul que le han regalado los años de buen oficio. Ve publicado en los principales diarios del mundo su foto y lo que la silicona puso en su cabeza por la magia de los doctores de oficio. Con gracia se sumerge desnudo en el mar, abarcándolo todo; desde las playas Indonesias, hasta la tibia California. Esos son sus dominios, o eso dice, sin importar que un negro del Pacífico “se excite cagando en el mar”.

Cada año, y gracias a los avances de la ciencia, agrega un poco más del preciado plástico que hoy le permite ser dueño del origen de las galaxias, inventor de nuevos reinos, patrocinador de la muerte, diligente soldado de la duda y burlón en las fiestas del vino.

Intenta, con sus ojos hinchados por el sueño, iluminar el vientre descocido de la ignorancia; desterrar para siempre el oscuro destino que une al hombre con su pasado. ¡Gracias salvador, pero YO no te necesito! –Me he dado cuenta que es más grande la viga en mi ojo que la paja que cae del tuyo.

¡Una palabra Tuya bastará para salvarme (¿o hundirme?) ¡

2 comentarios:

pellizco acrónimo dijo...

que perra vida

Anónimo dijo...

magnus que carita, que ojitos, la fidelidad dibujada en el contorno de la oreja..si así fueran todas estas malparidas...

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