Günter peló cebollas y antes lo hizo Benedicto. Los propietarios de BMW, Mercedes y Volkswagen también lo hicieron en documentales
y detallados estudios académicos con fotos de familia en el Nido del Águila. En
Alemania es una costumbre pelar cebollas, hace tiempo es normal decir “fuimos
nazis, estas son las circunstancias, juzguen ustedes”.
Hace unos meses los prosélitos del padre de la antropología de
inmersión -en las comunidades indígenas colombianas- lloran el pasado
desconocido, y siempre sospechado, del primero al que se le ocurrió el disparate
de escuchar mamos, chamanes y transcribir como un corpus mitológico los relatos
que ellos contaban, escenificaban o le transmitían en algún ritual. El amanuense
del ombligo del mundo fue nazi. La intelligentsia
criolla gimotea pelando la cebolla; rasgados los pupitres andinos descansan
en el basurero. Este curso habrá que cambiarlos.
Lucas se les adelantó con desparpajo a estas plañideras y
presentó un espejo en el que se puede entrever la vaga imagen del exnazi, o del posible nacionalsocialista.
En realidad, nadie sabe de quién estamos hablando. Resulta que Don Laureano Gómez
introdujo en Colombia la crítica estética nazi en extensos ensayos en los que
condenaba la degeneración en el Arte, lo que explica el atraso y la nula
aparición de las vanguardias en el país. Este es apenas un fragmento del espejo
roto de la simpatía de políticos, curas y aristócratas de finca,
por el totalitarismo hitleriano. Los ejemplos de emigrados con sospechoso pasado,
carnet del partido y el brazo derecho levantado de cara al sol, suelen circular en
algunos corrillos de la historia nacional. Sin embargo, el nazi es otro, es el rubio
que habla con los indios.
Algunos afirman “un nazi no puede ser indigenista”. Argumento trivial. El antisemitismo condujo al multiculturalismo subyacente de la
academia alemana a la búsqueda de los vestigios de la difusión de una primigenia articulación
mítica y cultural anterior al relato judío, la cual sería representada por el
régimen en cuestión. Nuestros indígenas serían
uno de estos vestigios. Los nazis agruparon adeptos alrededor de su
antisemitismo y anticomunismo. Las colonias hispánicas, mudos testigos
de la diáspora, y sus católicas majestades prescidieron de banqueros, ligas de artesanos, y
contables judíos, porque América proporcionaba todo el oro con la que una triunfante religión consiguió medrar. El Cristo doloroso de Monserrate es la viva imagen de un crimen
cometido por…en tierra de antisemitas el nazi es rey.
Los prosélitos del triste trópico no se lo pueden creer,
están en la etapa de la negación y pronto saltarán a la siguiente: el silencio
compungido. A ellos les recomiendo estudiar la máxima política que ahora
recorre el país: colombia está derechizada. Si vamos hacia atrás hubo un tiempo en que el país fue parasitado por el totalitarismo
hitleriano en la estampa de uno de sus más endiablados estadistas que comandaba una salvaje recua de "pájaros" (paramilitares, en jerga periodística). Si alguien resiste pelar la cebolla, adelante. Aunque estoy
de acuerdo con los célebres opinadores patrios: Colombia no es Alemania.