25/9/09

Hecatombe sin doctrina


La teoría-conspirativa que nos propone el documental The Schock Doctrine, elucubrada desde un par de ideas del padre de los “Chicago boys” Milton Friedman, nos dice que es posible simular o manipular la recepción social (el schock) de los desastres (guerras, epidemias, terrorismo) para empoderar y “enriquecer” a una élite. Con varios ejemplos se muestra que el Schock es una especie de hilo conductor de la historia en el que el trauma colectivo, generado como reacción a una catástrofe, puede ser planificado para conseguir el hundimiento social y con ello imponer modelos deshumanizados de rendimiento económico o control político. Esta práctica tiene casos flagrantes en una dimensión global, pero si vamos a las regiones -a las localidades- vemos que sin que nadie conozca nada de Friedman la cadena del terror y la desinformación creada a partir del Schock social consigue resultados políticos impensables antes del “desastre”.
Uribe no tiene significado alguno sin el recrudecimiento del conflicto protagonizado por la desbandada paramilitar de los 90, de la que el mismo Estado fue participe, sin el fracaso del diálogo de Pastrana y sin las escandalosas derrotas del ejército. Este es un genuino producto de la manipulación del Schock que ha logrado cambiar dos veces la Constitución y que incluso formula ambiguas predicciones acerca de la “hecatombe” que ocurriría si el conjunto de las instituciones políticas y los ciudadanos no acatan la voluntad del único interprete, y/o curandero, de los traumas nacionales. Se trata de la versión criolla del Schock Doctrine de Friedman a la inversa, porque la realidad nacional es tan desastrosa, tan traumática que sólo puede esperarse una cosa: más y más catástrofes. Uribe no necesita a Friedman para manipular, porque él mismo es el culebrero de la catástrofe y el artífice del schock nacional.
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