7/10/06

LAUDISTAS



El laúd es árabe. Cuando un marroquí toca este instrumento el sujeto mira a su alrededor y mueve el brazo con fuerza para percutir las cuerdas. Toca como si soltará golpes al azar. En Occidente el laúd es muy culterano, así que para ciertas veladas se ofrecen intérpretes de laúd y en la tuna de los ángeles, me consta, hay un laudista. La primera vez que oí hablar de la existencia de los laudistas fue porque un colega le afanó la gachi a uno de estos músicos, lo que siempre representó para mí un asunto bastante solemne.
En el renacimiento los laudistas eran músicos itinerantes que iban cantando sus cuitas, vivían de narrar hazañas ajenas, versificar los amores ingratos o rechazones, y con un poco de suerte entrar a una corte a hacer más de lo mismo por una paga anual y los banquetes ya ganados. La portada de “Minstrel in the Gallery” (1975) de Jethro Tull tiene una escena en la que podemos imaginar a un laudista: hay una anónima invitada montada en un gran lagarto, alrededor todos beben y cantan, mientras que, ataviado de mangas bombachas, calzas prietas y un boinon con pluma, el poeta canta una tonada que parece llenar de entusiasmo a la concurrencia. Por eso cuando veo al Sting, sobreactuado, interpretando al laud temas de John Dowland (1563-1626) en su rancho de la Toscana, decorado a la usanza Colonna o Medici, no dejo de pensar en el papelón ‘cult’ representado por aquellos que intentan evocar un pasado que se les antoja intemporal (timeless).
Sin duda Dowland es intemporal, tan intemporal como su coetáneo Shakespeare. Juntos cantaron a la oscuridad de la pasión y a las emociones reflejadas en los cambios de la naturaleza. Son intemporales porque retrataban el amor en todos sus vaivenes. Para lograr esos retratos, Dowland aconsejaba a los cantantes adaptar el tono de su voz al significado del texto y abrir la boca para cantar como si estuvieran conversando. Lo cierto es que nadie sabe como se cantaba en aquella época y Sting, con falsetillos, exagera un poco la concordancia que Dowland le pide al interprete entre el significado de la canción y el tono de voz. Shakespeare escribió un soneto (el número VIII) sobre esta concordancia. El corazón triste escucha canciones tristes y dulces canciones cuando es dulce, así que la buena entonación musical conjuga el sonido con los estados del alma. Quizá esta coincidencia le hace falta a Sting que no llega a las canciones melancólicas de la época isabelina con la misma fuerza que tenía en sus baladitas ochenteras. Al fin y al cabo son dos tipos de canción que no resultan muy lejanos.

2/10/06



UNA SIMBÓLICA
(ver los Edukadores)
Esta es una típica euro-trama con sentimentalismo, un poco de arrabal, y como no, la contribución de la conciencia para que todos puedan soltar el ‘ahhhhhhh…tan humanos los europits’. Unos langarutos montan un video (made for yutuvi, blochpu -http://levantatezp.blogspot.com/-…yunou?) en el que en nombre de una, de tantas, campañas contra la pobreza -Día 16: ponte en pie- se cuelan, reza el guión, en el congreso de los diputados en Madrid y se afanan la silla, en cuero de buey y madera tropical, en la que se sienta el presidente de las izquierdas peninsulares. El escándalo es tan ferviente que salen en todos los noticieros. El diario ‘el país’, consternado, lincha al celoso de turno y la derecha se ríe hacia dentro antes de congratular a los malhechores.
Me acuerdo del Antanas y sus espadas rosas, la zanahoria en el culo, el puto elefante en el que contrajo amores…él decía, y aun se lo cree, que estas son ’acciones simbólicas’, formas dinámicas de contraer pensamientos y reflexiones, nivel alfa, muy precisa la expresión pero inútil. Si con simbolitos se ganaran unas elecciones o se erradicaran las hambrunas…ya te digo¡¡¡¡¡
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