23/6/07

Por las victimas, que somos todos


El silencio acompaña el penoso deambular de las victimas de esta guerra mezquina y ambiciosa. No tienen rostro porque si lo muestran pueden ser asesinadas. Son multitudes anónimas que ya ni siquiera esperan justicia. Sus reclamos son apabullados por las papayeras y los intereses nacionales, que no son exactamente los de todos los ciudadanos. Por la paz de la nación deben acallar sus gritos porque resulta inconveniente que se sepa tanta muerte, tanto dolor y tanto sufrimiento. Lo que debemos saber es que sus reclamos deben ser los nuestros, que su dolor debe ser nuestro, que su duelo debe ser nuestro, que su destino es el nuestro. Qué mas silencio, qué más humillación, qué más perversa ignominia... Para ellos y nosotros va este tema
Para escuchar La lluvia cae vaya a MSK FEA

22/6/07

IMPOSIBLE DESPERTAR



“The region is also known for its unique wild life, snowy volcanoes and famous National Parks. At the same time, it is truly the "Heart of Darkness" of our world (…)Massive epidemics, food shortages and of course civil wars rage in this area, taking place in a kind of moral oblivion.”

El documental ‘La pesadilla de Darwin’ es un inclemente despertar a la crueldad que acompaña al ensueño global. En el lago Victoria, un ‘mar interior’ que sirve de frontera a Uganda, Kenia y Tanzania, la pragmática iniciativa privada explota la pesca de una especie foránea: la perca del Nilo. Sus blancos filetes se venden con el nombre del -casi extinto- mero en los mercados de Europa o Norteamérica. Un plato a base de mero-perca sustituye a un buen filete. La satisfacción del consumidor que paga por este plato, en NY o París, tiene un ignorado reflejo en lupanares, barracas de esclavos, niños abandonados y enfermos que sobreviven a orillas del lago.
De la perca se aprovecha todo, desde el vacío del carguero que viene a recogerla hasta la enorme cabeza y el espinazo. El avión transporta los pertrechos para las guerras civiles africanas -Sudán, el Congo, Ruanda, Burundi- y despega llevando toneladas de filetes con destino Qatar, Hamburgo o Moscú. El director del documental viajó cerca de cuatro años entre misteriosas cajas -de munición y armamento liviano- para conocer a los pilotos y compartir con ellos la ruta del comercio global que por un lado lleva la muerte y por el otro satisface el gusto del exigente consumidor occidental.
Con la cabeza y el esqueleto de la perca se alimenta un negocio de comida callejera, muy popular en otras ciudades africanas. Primero se recogen los pesados restos, luego se secan al sol aplatanados en unos travesaños. El volumen de la pesca es tal que se pueden ver extensos campos llenos de restos de perca, hediendo al sol. Cuando los restos están secos se destrozan a golpes, luego se sofríen en grandes marmitas y a la calle. Las personas que trabajan con los restos podridos son esclavos, apenas reciben un salario, están enfermos y viven entre las cabezas cortadas de un pez sembrado, explotado y saboreado por extranjeros.
La perca ya se ha comido a todas las especies nativas del lago, después las percas se comerán entre sí y al final no quedara nada. Tan sólo una inutilizada pista para cargueros, las mentiras de la globalización, la enfermedad y el hambre. En esta historia no hay responsables, la iniciativa privada es inmune a la crítica, los gobiernos corruptos, las instituciones internacionales inoperantes, mientras el ‘saludable’ occidental exige, paga y degusta: mmmm exquisito…Toda verborrea biológica, socio-cultural o económica se queda en nada ante la evidencia. La verdad es fea, muy fea, y los jodidos son siempre los mismos…

20/6/07

PASION POR LA IMAGEN


Hace diez años la discusión era la misma, hace veinte igual: quien compró a Samper, a Barco, a la Constituyente, a Turbay. Si pudiéramos asistir a la trasescena de un festival vallenato, de un carnaval, de una fiesta de las flores o de un cotejo de la gloriosa selección, aprenderíamos mucho sobre la manera en que funciona la democracia nacional. La preocupación por la verdad tiene un grave inconveniente: la imagen que proyecta el trepidante espectáculo de nuestros dirigentes ebrios y manoseados. En todos los casos, el maniculiteteo entre los poderes criollos ha dejado huellas graficas, conversaciones telefónicas y unos cuantos testimonios. Este álbum familiar de animadas y calientes negociaciones, celebradas en nombre de convenientes amistades y desmentidas fidelidades, es el único testimonio histórico de la zozobra nacional que se ha llevado todo al carajo.
La manera de contrarrestar lo que todos sabemos, hemos visto y hemos escuchado es reunirse con Clinton, que ha ganado millones haciendo de poster-boy, y darle un corazón que se supone es nuestro. Ese corazón destrozao, pisoteao y ninguneao lleno de colorines. Esos tonos -plenos de riquezas- que recitábamos con ilusión en la primaria : oro -ahora robao-, océanos -explotados por otros-, heroísmo -¿?-. Quien nos diría que el asalto a la historia de aquella infantil ‘gloria nacional’ sucedía mientras salíamos a comer un churro o correteábamos detrás de un balón. Por eso preferimos con ingenuidad el churro, el veleño y el balón de micro a la rotundidad del detestable saqueo.
Otros prefieren un librito (“.CO“ se llama) de anécdotas varias en las que algunos restauradores del espíritu nacional cantan canciones de cuna o nos echan un cuentito para dormir del tirón. Esto sucede mientras el único periódico de circulación nacional o la emisora patria que transmite desde Miami, nos advierte con desesperación: es importante que nadie lo sepa…en voz baja compatriotas…la mierda llegó al cielo.
Todo sea por la imagen, todo sea por los colorines, así cueste mucho la sonrisa de Clinton y el tal librito no le importe a nadie.

17/6/07

“Hay días en que amanezco muerto”


El pellizco recomienda el libro de un vecino, de un colega. El hombrecito dice que sus novela son de ‘culto’. Puede ser cierto, porque presté y presté ‘El rastro de Irene’ hasta que un día no volvió más. Le hago culto a su ausencia, no me queda de otra. La reseña, menos farragosa que el original, es de una que a la que no le pedí permiso para colgarla aquí, como todavía no he pillao el libro y no me consta que valga p’algo…dejemos que sea ella la que nos cante sus bondades.


Cristian Valencia le contó que en la calle corría el rumor de su muerte y James le contestó: “Todavía no es mi hora: pero hay días en que amanezco muerto”. De esa sentencia callejera nace el título del último libro de crónicas de Cristian Valencia, que se presentó en la Feria del Libro de Bogotá (…)
Podrían llamarse historias marginales, pero sería más justo llamarlas historias de oficios y de la calle. Valencia escogió a personajes como un payaso feliz, una recicladora, indigentes de El Cartucho y del centro para construir su libro. (…)
Estos relatos pretenden hacer ver al lector que entre esas personas que viven en la calle hay seres deslumbrantes, únicos, incluso sabios. Por ejemplo, James, un pastor viejo: “Era un hombre que sabía demasiado, aunque no lo suficientemente vistoso como para ser objeto de una película taquillera o un best-seller novelesco. Ignoro si James conoció el mar, pero se le notaba en la forma de mirar. Ignoro si fue a la isla de Creta, pero también se le notaba. Pastor viejo, James” (p. 98). O Richard, un hombre que llora leyendo las cartas que una madre que no es la suya le escribe a su hijo: “Estaba antojado de amor de madre, Richard. Pensando, quizá, que si su madre escribiera a lo mejor lo haría de esa manera; que, si ella supiera adónde mandarle cartas, serían así. Pensando en su propia madre a través de otro, Richard” (p. 106)…
“Cien horas entre la basura”: “Velocidad de crucero: 25 kms por hora aproximados; estado corporal: cansados; reporte del clima espiritual: cielo despejado y silencio en la larga noche bogotana, abrazados por los ecos de dos caballos galopantes” (p. 56)…
(Fragmentos de “Aguafuertes citadinas” por Ana María González Sanz en “Directo Bogotá” 17)

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