16/5/08

EL RETROCESO DE LA DEMOCRACIA

“Predatory states cannot sustain democracy, for sustainable democracy requires constitutionalism, compromise, and a respect for law”
Larry Diamond


Un guru de la democracia tiene tres características: la primera es norteamericano, la segunda está convencido que la democracia fue inventada en Norteamérica y la tercera, evidente en su amplia sonrisa, se siente orgulloso de ser un ejemplo de las dos primeras. Ese orgullo ha formulado cientos de programas sociales, para el tercer mundo, que pretenden ‘democratizar’ las familias, las escuelas, las empresas y la psicología de los ciudadanos. Toda aquella parafernalia democrática proviene de una supuesta aplicación de las virtudes ‘civiles’ a la vida de cualquier mortal con ‘derechos individuales inalienables’, pero carcomido por la precariedad, la sangrante competencia social y el anhelo de una eterna juventud.
Ese mismo guru nos dirá que en África o en América Latina la democracia retrocede, porque, cada vez más, las personas prefieren una figura autoritaria al mamoneo democrático. Las razones son las de siempre: la corrupción rampante; la falta de crecimiento económico y de oportunidades sociales; la constante burla electoral, pues vota el 50% de la población y es electo el peor en medio de los peores; el control de los medios de comunicación; y la ausencia de una oposición política que no esté en venta.
Un guru de la democracia liberal, un sujeto tipo Yale o Stanford que escribe para Foreing Affairs, no suele hablar de Bush jr., ni del peligro que representa para la democracia la presencia del personaje aquel en la historia reciente. Sin embargo, les gusta hablar de la crisis de la democracia en países ‘menores’, describen casos en África, Medio Oriente o Latinoamérica. Entre tanto se olvidan que sus ‘armados y amargados’ compatriotas ignoran que son victimas, como cualquier otro, de las inclinaciones instintivas del ser humano a la ‘depredación’. Representada por ciertos ‘grupos’, la depredación acaba con el sentido político de la democracia, porque hace parecer a los gobiernos -elegidos por mayorías silenciosas- ‘estúpidas marionetas’ en manos de intereses desconocidos.
Norberto Bobbio, un brillante politólogo del siglo XX, denunció la convivencia de poderes invisibles detrás de los gobiernos, como una característica más de la democracia moderna. Los grupos de presión: medios de comunicación, multinacionales, mafias o las potencias extranjeras, pactan el cumplimiento de sus intereses por encima del bien común. Esos grupos son los ‘depredadores’ que explican la ‘recesión democrática’, y que algunos analistas observan en el mundo occidental y en los gobiernos poscomunistas.
En el caso de Bush el lobby de los combustibles y la industria bélica ha generado graves violaciones a los derechos humanos y un escepticismo creciente frente a la política norteamericana. En Latinoamérica Chávez y Uribe representan, cada uno a su manera, los síntomas de una depredación larvada de la democracia, lo que genera un malestar político que reclama la permanencia en el poder de aquellas figuras autoritarias. Todas las sospechas que rondan las decisiones del segundo gobierno Uribe están basadas en los servicios que ha prestado a ciertos ‘depredadores’, lo mismo sucede con la política expansionista de Chávez.
En Colombia la democracia está en recesión, hace más de 50 años, ya que no existen garantías constitucionales para el ejercicio de una oposición crítica dentro y fuera del congreso, ni un modelo de participación política basada en la igualdad, los medios de comunicación viven de las novedades gubernamentales y de ‘filtraciones’ caprichosas, los índices de crecimiento social son inexistentes. Quizá lo más grave es la falta de confianza en la ley. La aplicación, la orientación y las decisiones de la justicia son discrecionales, porque están en manos de ‘unos pocos’ que premeditan la manera en que se acusa, se juzga y se sanciona, librando del debido proceso a la política corrupta y a los ‘depredadores’.
Estos son algunos indicios del retroceso de la democracia, un inventario desolador de absurdos. Lo que hace imposible que las familias o los ciudadanos, sobrevivientes en medio de esta ‘recesión’, vivan según las virtudes democráticas, mientras los gobernantes son, o representan, a los ‘depredadores’ que minan desde sus fundamentos a una imperfecta y ‘poco perjudicial’ forma de gobierno.
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